Aquellos ojos
que te miraban y te
perdieron,
no reposan en otras impresiones,
no reposan en otras impresiones,
en otras almas;
incansables observan sucesos obligados,
rostros sombríos de reclusos en el tiempo,
todas imágenes opacas, tristes.
incansables observan sucesos obligados,
rostros sombríos de reclusos en el tiempo,
todas imágenes opacas, tristes.
Y no se queda atrás el corazón:
camina vías indolentes
ante horizontes vanos.
No te describo una agonía
sino la ávida ilusión de
que los ojos,
aunque hoy ciegos,
no han perdido su iris
sensitivo;
y el corazón, aunque
callado, sigue
latiendo por lo que desea
rescatar.