martes, 20 de mayo de 2014

Lucrecia


Estimara saber si un día
—amaranto jardín en primavera—,
deseares bordar en la ribera
de mi alma baldía
tu amor con hilos de herejía.

Naturaleza palpitante
—terrible tempestad a toda hora—:
suene en mi oído tu canción sonora,
melodía quemante,
ahogo dulce, furia amante...

Sacia, Lucrecia, la aridez
de mi jardín sin flores, sin destino,
con noches de placer y desatino.
Sea tu desnudez
el ego en paz de mi vejez.