jueves, 24 de diciembre de 2009

Sonata para mi padre ausente



En la siesta cogí tu bicicleta
para ser como tú, para sentir el vértigo
—al igual que tú todas las mañanas—
por las calles escarpadas de la ciudad.

Enclaustrado en el duro abismo
de la memoria, en el reposo interminable,
sigues pintando canas en la barba crecida,
negándome tus voces indelebles.

Hace una sequía de siglos que no moja
el agua de tus verdes ojos;
y el silencio fatal, el aura de tu risa,
se convierte en lacerantes chillidos de pájaros,
en quejumbroso eco de canciones últimas.

En mi memoria, en las noches de invierno,
tu cotidianeidad exhuma antimateria.
La vida sin ti se parece
a un vetusto tractor abandonado de aquel aserradero.

El árbol que talabas (cuando los bosques no lloraban
aún el exterminio y eran derroche de los siglos)
está aquí, hecho leñas de la eternidad,
murmullos en el bosque de las nubes infinitas.
Su raíz sigue creciendo aferrada a las baldosas,
haciéndose kilómetros detrás de mi añoranza,
creciendo como el lapso de tu ausencia.

Retorna en esta noche y siéntate a jugar
conmigo a la baraja, quiero oír tus anécdotas de joven,
cuando aprendías a besar los senos de las vírgenes,
cuando la vida no te dio
aún tu merecido.

Estoy aquí resucitándote,
y tú no reconoces el milagro,
sólo quieres tu fría eternidad,
sólo quieres al huérfano con sus palabras tristes,
y me has olvidado.

martes, 10 de noviembre de 2009

El silencio del grillo

Agotada el alma
se dio por perdida.
Callada en la hierba
se quedó dormida.

¡Qué inútil intento!
¡Qué triste afonía!
No dejó siquiera
una melodía.

Sin notas su canto
se quedó rendido.
Me llenó de angustia
su entonar herido.

El grillo, cansado,
se calló en la noche.
Fue una ofrenda triste
para mi reproche.

sábado, 17 de octubre de 2009

Risa de la muerte

Del poder que ostentaba orondamente,
malgastando el dinero del erario,
luciendo el oropel de funcionario
hasta en la alcoba de la amante ardiente;

y agraviando a la esposa transigente,
a los amigos desde Pedro a Mario,
pasó de caballero a vil corsario
al acabarse el oro bruscamente.

Sólo le queda hoy la fiel memoria
para ajustar el hilo de su historia
y lamentar el vuelco de la suerte.

Noche tras noche, en senectud beoda,
una taberna sucia le acomoda
frente a la risa helada de la muerte.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Vuelve timonel



Sin bríos, azul velero
de letras, se fue surcando
por el río aguas abajo,
hace ya miles de versos.

¿Se habrá quedado dormido
en una pinza del río;
o, entre sueños, encallado,
en las arenas de un banco?

El timonel solitario
muerto estará de frío,
o quizás esté jugando
con los peces del olvido.

Echo en falta su presencia,
su canto escarbando arenas
de eternidades, su sueño
que llovía sobre el tiempo.

¡Oh, timonel, timonel:
deja tu angustia verter
y ven surcando con brío
como el salmón río arriba.
Nuevos veleros ansían
los astilleros vacíos.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Hagámoslo como antes


Hagámoslo, querida,
como en los tiempos de faltar a tu trabajo,
vencidos tus escrúpulos,
dado vueltas reloj y sensateces
y el solo acontecer que nos envuelva.

Te espere yo en la esquina de aquellas escapadas
con mi pasión royendo las revistas del quiosco,
hurgando en la cornisa tus alas de paloma,
hasta el instante en que tus labios
se abran como el cielo.

Hurtándote en la pinza de mis brazos
te lleve por las brisas del deseo,
para cambiarte el nombre a mariposa,
para cambiarte todo:
tus ojos por cristales que me copien,
tus senos por dos lunas que ingrávidas me orbiten,
y sólo tu presente que me ama
dejar intacto.

A puro instinto desbocado
y nula voluntad de comprender.

martes, 25 de agosto de 2009

La alondra herida

La aurora está desolada, todo el paraje se viste
de la pena de las vírgenes y duendes de la región.
Ya no existe el regocijo. En la angustia se abandona
el canto infiel de la alondra, y la vida enmudeció.

Que nadie anhele su trino; nadie, la emoción del alma.
Que busquen otra lujuria, otra comarca febril.
Que se abisme el nuevo día, mas nadie espere sus cuerdas.
Sumergida en la tristeza, quiere la alondra partir.

Entregada a la congoja, ha buscado el horizonte,
se ha perdido tras los bosques, tras las pampas, más allá;
porque sintió que unas gotas frías y crueles de hastío
cayeron sobre las rosas de su exquisito entonar.

¡Ay, alondra, que te has ido huyendo del desencanto!,
¿en lugares tan lejanos buscarás tu canto azul?
¿No sabes que la amargura de cantar versos vacíos
es calvario de mis días: espina, látigo y cruz?

Vuelve alondra confundida, no maltrates los capullos,
no entristezcas los crepúsculos, y recupera la fe;
ahogará nuestros desvelos la belleza renacida
de tu canto jubiloso en el pronto amanecer.

martes, 14 de julio de 2009

Tu cántaro


                                                      A mi hermana Myrtha


Tu cántaro reboza
y espera
a los sedientos caminantes.

Espera la sed enferma
para saciar y curar,
pues tu cántaro contiene
fresca agua de recias lluvias,
de aguaceros estivales,
recogida con pasión
y esfuerzo.

Tu cántaro reboza
y espera
a los viajeros de la vida.


sábado, 20 de junio de 2009

Atado a ti en la distancia


No deseo olvidar
las ventanas abiertas cantándome sus pájaros
ni el cuadro levemente ladeado
que quise nivelar
con mi alma enamorada.
Tampoco a ti a mi lado refrescándote
en el lago del beso.

A veces suspirando en el jardín,
oculto como un sapo,
te recuerdo detrás de las begonias

Y deseo abrazar con la memoria
tantos detalles de la dicha:
emociones,
risas cual soplos de la fragua,
sueltas charlas que sonaban a versos
y a lluvia fresca, cuando anidaban entre tus muslos
las dormidas razones de mis manos.

Esta larga cadena
de agua con olor a tierra,
eslabones de luna y sol
en incontables hemiciclos,
se ha hecho distancia
trayendo vibraciones de tu pulso,
metálicos latidos de tus senos,
señales casi imperceptibles
que llegan a mi tacto
anhelantes,
tuyas,
elementales…

viernes, 10 de abril de 2009

Promesa laboral

Promesa laboral

El dueño de la empresa en la cual trabajo es un explotador. Con la máscara de la amistad nos exprime. Promete el oro del futuro para insuflarnos entusiasmo, en un juego que puede durar años.
Hace un tiempo, durante una conversación que sostuvimos sobre esta esperanza, él pareció divertirse tomándome del pelo: me trató como a un niño a quien se le pospone con argumentos vagos la compra del helado prometido; y en un descuido, cuando creyó que nadie le observaba, medio volteando el rostro, lo vi sonreír con cínica conciencia de su mentira.
Desde esa vez le perdí la confianza (también reía de esto).
Supe que jamás cumpliría su promesa y que ya no le importaba que yo lo supiese.



viernes, 27 de febrero de 2009

Tiempo exacto del amor carnal



Rodaron por tus laderas
los empeños del instinto,
pero negaba la luna
su claridad al camino;
y ese súbito recato
ante el deseo prendido,
nos redimió de un encuentro
brusco, carnal y vacío.

Si hubiesen iluminado
las estrellas, tras los vidrios,
más allá tus ropas íntimas
y aquí tu cuerpo cetrino,
arrepentida y callada,
después de muerto el hechizo,
te estarías preguntando:
"Y en el amor, ¿cuándo vivo?"

Mientras yo recordaría
de las flores, que los ciclos
saben del momento exacto
en que llaman los pistilos.
Por ello, cual mariposa
con aleteos pasivos
soñaré mientras espero
la explosión de tu libido.