jueves, 30 de abril de 2020

Mientras duermes a mi lado


En el silencio de la madrugada
aprendo a enumerar
las palabras de amor que nunca te escribí,
las palabras que quiero decírtelas ahora,
aunque creo que me ha mordido
la venenosa víbora del tiempo.
Insomne en nuestra cama
sufro el cielo vacío de tu espalda.

miércoles, 29 de abril de 2020

El viejo león

Verás y sentirás, viejo león,
todo el tiempo de vida que te sobra
cómo juegan las púberes leonas,
cómo se ahonda el pujo del amor.

Vencido y perseguido por insectos
verás pasar siluetas excitantes
lanzando sus efluvios en el aire,
irresistibles en sus contoneos.

Tumbado sobre el prado, sin aliento
para la gloria audaz del apareo,
en tu débil conciencia sufrirás

sanción y migración de la manada,
el ciclo misterioso que adelanta
tu fin en la salvaje soledad.

lunes, 27 de abril de 2020

Argumentar la tregua


—No es que no te quiera,
pero necesito estar sola.
—¿Y qué de nuestros proyectos,
del futuro que soñamos juntos?
—Por ahora deseo estar en el presente.
Reencontrarme. Volver a sonreír.
—Entonces, ve a buscar las fotos nuestras,
desempolvemos nuestras risas del pasado.
—No entiendes: sonreír para mí misma.


jueves, 23 de abril de 2020

La alcoba sagrada

Tendida en el desorden de las sábanas,
bajo la atmósfera sagrada de los templos,
en el abismo de la hermosa oscuridad,
como diosa desnuda en placidez,
duermes ceñida a la almohada.

Anoche fuiste mía, palpitante,
tigresa de la noche entera,
y hoy amo este feriado con tu cuerpo dormido
en la mañana lánguida de otoño,
donde se oyen los pájaros frenéticos
y alejados sonidos rumorosos
de la vida en la calle.

Rodeo las planicies de tus muslos y espalda
mientras, en la penumbra,
se encienden leños en tu piel,
bosques de mi existencia.

De puntillas, recojo el libro y salgo
con el enorme alivio
de haber vencido los obstáculos
de la profanación.






miércoles, 22 de abril de 2020

En pos de la presa.


Hallamos que el sendero de los tigres
es un destino que columpia
entre la emoción de encontrar la presa
—para seguir con vida en este mundo—
y ese temor de que la fuerza mengüe
—la rapidez, por cierto—
para que un tiempo de vacilación
se vuelva amo de las garras.

Ambos presentimientos glorifican la vida,
el nervio evolutivo,
las claves que la mente desarrolla
para aumentar la astucia.

Jamás alcanzarán sus músculos
el garbo de sus ancas
si no tiende la búsqueda de víctimas
al arquetipo inmemorial de los felinos:
la fe en el ánimo curtido,
la expectación de la manada.

Donde se engendra la dinámica
de las llanuras, razonable es
presentir los instintos del pasado,
el ADN que detenta
las carnicerías eufóricas,
donde los recursos genuinos son
para la lucha por la vida.

El reto, entonces, puede provocarse
a voluntad, y la carrera
se trasforma en ingenio y herramientas útiles
que funcionan a la manera heroica
de los ataques temerarios,
con los genes triunfantes, día a día,
sobre la tozudez del hambre.

martes, 21 de abril de 2020

La gacela perdida


                                              "El pasado, cuando éramos jóvenes y hermosos" Israel Liñán.

Te conocí en la época cuando urge la hombría,
aquellos años en que hurgaba los suburbios,
las calles más hambrientas nutridas por mujeres
desterradas en los oasis de la soledad.

Los clientes del bar percibían el fuego abrasador,
las densas madrugadas de tu boca,
y yo no pude atizar mi osadía para ganarme tu intemperie
ni en el mejor momento suscitado.

Hoy me descubro arrepentido, bella María del ayer,
remota ya de mis ardores, impávida gacela
en los salvajes páramos del tiempo,
entonces presa fácil de aquellos tigres de la noche.

viernes, 17 de abril de 2020

Religión

Toca la parca un día tus aldabas;
y aquella presunción, en la ordalía,
del momento fatal, cuando soñabas
la angustia de saberte en agonía,
se torna realidad.
                             Y la porfía
del arte de vivir, cuando luchabas
en círculo, creyendo que alcanzabas
en la existencia vasta maestría,
es solo vanidad.
                              Y ahí, temblando,
abandonas tu viejo agnosticismo,
buscas en tu memoria el espejismo
piadoso, la visión infante, cuando
en susurros tu madre, tras el velo,
te revelara la entidad del cielo.

miércoles, 15 de abril de 2020

Tan lejana como una estrella de otra galaxia.


Quisiera ser un hombre pequeñísimo,
casi como un ser microscópico,
para habitar entre sus ropas y recorrer su cuerpo,
desde sus gorras y sus vinchas hasta sus medias.

Luego de embriagarme en sus suspiros
saltaría sobre sus orejas y cuello perfumados,
caería en los pliegues de su blusa,
muy cerca de sus senos temblorosos,
y oculto en su corpiño
descifraría los latidos de su corazón.

Al pasar por su cintura comprobaría
su talle fino, esbelto y seductor
(aquí me quedaría unas horas abrazándola).
Luego, al llegar a su moderna braga de algodón,
avanzaría por los misterios de su monte de Venus
con el deseo irresistible de volverme ermitaño.

Y deslizándome por el reverso de su falda, me deleitaría
en las sinuosidades de sus muslos y piernas,
hasta llegar a una de sus medias, donde me infiltraría
a través de las tramas del tejido
para besar su diminuto pie.

Y cuando ella entrara al baño para ducharse,
y yo ser arrojado al canasto de ropa sucia,
saltaría hasta la toalla del perchero
para extasiarme en la imagen de su cuerpo desnudo
y esperar a que me lleve por todos los rincones al secarse.

Finalmente, en su vestidor, volvería a saltar
sobre su vestimenta de recambio,
dispuesto a reiniciar el ciclo,
enamorado,
cada vez más enamorado…

martes, 14 de abril de 2020

La última conciencia

Ha de ser dolorosa la existencia
para ti que buscas en la fiel memoria
el tiempo fatigado, la ilusoria
certidumbre, la pálida creencia.

Tanto esfuerzo entregado a la paciencia
de lograr una justa trayectoria,
para escribir la triste y pobre historia
del sueño que nació en la adolescencia.

Muy dura ha de sentírsele a la vida
cuando el rostro se vuelve atormentado;
y el interés por ella, rumbo helado.

Dolorosa ha de ser la despedida:
sin compasión, echado de la suerte,
sin esperanza en brazos de la muerte.

sábado, 11 de abril de 2020

Aforism(í)o 125


Solo el que ha sufrido el verso puede percibir el aleteo de una metáfora.

Los pájaros de pechos amarillos

De entre los pájaros que miro desde mi ventana
y que arman un infernal bullicio,
que vuelan vertiginosos en grupos compactos
para esconderse entre las ramas de los árboles del patio
y salir disparados así como han llegado,
como una invasión de langostas;
de entre estas aves festivas faltan algunas,
aquellas con alas ligeras, coloridas, vistosas,
que en los días luminosos brincaban sobre el patio de naranjos.

¿Dónde están los pájaros con tonalidades amarillas?
¿Adónde fueron? ¿Qué rutas migratorias emprendieron?
He vivido sus acrobacias tumbado boca arriba en el suelo,
y hasta en las tormentas los veía luchando contra
el viento poderoso que les bloqueaba la huida.
Los veía triunfantes volar hacia regiones misteriosas.

Hoy veo a estos pájaros cantar y celebrar el apareo;
pero, ¿dónde están los de pechos amarillos,
los magos del vuelo,
los que llegaban con las brisas perdurables de la infancia
y retozaban en cabriolas dentro de mi panorama?

viernes, 10 de abril de 2020

Exhausto de mi Yo


Dan ganas de fluir, a veces,
otros ríos, vertientes del espíritu,
travesías del libre antojo,
las eventualidades del destino,
cual agua deseosa de correr otros cursos.

¿Ese Yo logrará suplirme?
¿Qué leve timidez hoy lo conduce?

Siempre el destino hace, en su inminencia,
de las cuantiosas trazas de los rostros
y de los rictus quebradizos,
la cara más oculta de la risa.

Somos el que desea vivir sus semejanzas,
infiernos más templados, memorias más cargadas
de códigos que ayuden a verter, en noches parecidas,
instantes más felices, un poco más de humano.

Dan ganas de mojarse, a veces, en aquellas lluvias
caídas en torrentes sobre nuestros paraguas.

jueves, 9 de abril de 2020

Miro el vacío en la lluvia

Miro el vacío.
No se ven pájaros cruzar la luz en mi ventana.
Se han marchado a vivir la dicha en las edades ígneas del recuerdo,
en otras lluvias de empaparse en ocio, en bulla y algazara.

Las leyes de estas horas castigan con olvidos,
con angustia y nada de esperanza,
con nubes negras y cadáveres de brisas,
con sus casas sin párpados y puertas sin gargantas,
con un dolor de látigos que llegan de los antiguos éxtasis,
con la pasión que odia su hojarasca.

Me voy hacia el espanto de un invernadero, hacia el metano,
llevándome las ropas del alambre, mis mujeres con máscaras
y los nombres que tuve.

Jamás volveré a casa.
Ellos cedieron mi lugar en la mesa a otro espectro,
ya no aman mi soledad ni mi palabra,
y admitieron callados la invasión de malezas al jardín.

Esta lluvia no para.

martes, 7 de abril de 2020

La Venus decrépita


Dormita el sol
detrás de los alcores hartos de su piel desnuda,
y en la pradera exigua del delirio
se conjuran los crótalos del tedio,
carentes de las bíblicas manzanas.

El otoño cayó sobre su risa
sin previo aviso,
bordando hoy de ocre el frenesí.
Las dríadas de piel rojiza de sus noches
de hojarascas recubren hoy sus senos.

El macho ausente y la mudez del pubis,
¿qué lujuria, en la noche derramada
por dormidas luciérnagas,
encenderá sus labios?
El viento calla la pasión en fuga.

La amazona sin brío,
valquiria de los prados de la carne,
descabalga por siempre. Su angustia es un eco
de la gloria carnal que consiguiera
la lejana libido.

domingo, 5 de abril de 2020

Lluvia sobre la ausencia

Esta lluvia, cobijo de los ojos,
lame la flor y exhuma el terciopelo,
se escurre en agua arisca por el suelo,
inundando el jardín y los antojos.

Solfa antigua, trovar en ritmo leve
con pulsos del espíritu; ventura
para el hombre perdido en calma impura,
reloj de finitud y canto breve.

Pronta será su cíclica presencia,
empapando la atroz evanescencia
del pétalo en el iris sensitivo,

en innúmeras tardes repetida
sobre la rosa ausente, ya sin vida
tus manos, ya sin manos su cultivo.


Aforism(í)o 124

Morir, pero morir sin agonía.

viernes, 3 de abril de 2020

Múltiples destinos


Repitiendo el andar en la memoria,
sorteando incesantes accidentes,
aquellos pasos, corvos e imprudentes,
por único pasaje han hecho historia.

Pudieron, sin embargo, a cada paso,
torcer su dirección y, otros caminos,
haber determinado mil destinos
de igual aurora mas distinto ocaso.

Aquellas existencias no vividas
por causa del azar, nimios detalles,
ahora son intransitadas calles
definitivamente enmudecidas.

De los destinos múltiples que soy,
uno sólo forjó mi ser y el hoy.

Perdón por el cansancio


Cansado de la búsqueda de mi dios recóndito
y mi memoria hundiéndose en el tiempo,
de tanta astucia y desatino,
de tanto tigre moribundo que sufre su derrota,
he amontonado ruinas con mis piedras caídas
y con mi mala nutrición.

Cansado de ir muriendo de tantas tardes rengas
y el pájaro que nunca emprende el vuelo
y la raíz del árbol que cae en la tormenta
y el fracaso mordiéndome el arrojo
y estoy tardando mucho en comprender la vida.

Sin exigencia de honradez
Sin ambición de superioridad por la sabiduría
Sin ansias ya de conocerme y conocerla
Sin manos reprimidas ni corazón enfermo
Me confieso repletamente hastiado

Un tanto confundido por su íntegra indulgencia
y el corazón que aún la ama y la perdona,
librado del apego, inexorable y firme,
a veces dejo mis libros sobre la cama,
voy hacia las oscuras calles
y me introduzco en los alegres fondos de los prostíbulos.