De entre los pájaros que miro desde mi ventana
y que arman un infernal bullicio,
que vuelan vertiginosos en grupos compactos
para esconderse entre las ramas de los árboles del patio
y salir disparados así como han llegado,
como una invasión de langostas;
de entre estas aves festivas faltan algunas,
aquellas con alas ligeras, coloridas, vistosas,
que en los días luminosos brincaban sobre el patio de naranjos.
¿Dónde están los pájaros con tonalidades amarillas?
¿Adónde fueron? ¿Qué rutas migratorias emprendieron?
He vivido sus acrobacias tumbado boca arriba en el suelo,
y hasta en las tormentas los veía luchando contra
el viento poderoso que les bloqueaba la huida.
Los veía triunfantes volar hacia regiones misteriosas.
Hoy veo a estos pájaros cantar y celebrar el apareo;
pero, ¿dónde están los de pechos amarillos,
los magos del vuelo,
los que llegaban con las brisas perdurables de la infancia
y retozaban en cabriolas dentro de mi panorama?