Cansado de la búsqueda de
mi dios recóndito
y mi memoria hundiéndose
en el tiempo,
de tanta astucia y
desatino,
de tanto tigre moribundo
que sufre su derrota,
he amontonado ruinas con
mis piedras caídas
y con mi mala nutrición.
Cansado de ir
muriendo de tantas tardes rengas
y el pájaro que nunca
emprende el vuelo
y la raíz del árbol que
cae en la tormenta
y el fracaso mordiéndome
el arrojo
y estoy tardando mucho en
comprender la vida.
Sin exigencia de honradez
Sin ambición de
superioridad por la sabiduría
Sin ansias ya de
conocerme y conocerla
Sin manos reprimidas ni
corazón enfermo
Me confieso repletamente
hastiado
Un tanto confundido por
su íntegra indulgencia
y el corazón que aún la
ama y la perdona,
librado del apego,
inexorable y firme,
a veces dejo mis libros
sobre la cama,
voy hacia las oscuras
calles
y me introduzco en los
alegres fondos de los prostíbulos.