martes, 10 de septiembre de 2013

Río azul

Río azul, que nunca
acallas tu lecho
y bajas tranquilo
y bajas violento,
con tu voz antigua
al compás del viento.

Río azul, que siempre
te vistes de espumas
y azul transparencia,
y en noches de luna
danzan en tus playas
las ninfas desnudas.

Cuánto, río azul,
yo también quisiera
fluir los recodos,
regar las praderas,
embeber los bosques,
alisar las piedras,
rebullir cantando,
lamiendo la arena,
en los días suaves
de la primavera.
   
Y formar remansos
de azul cristalinos
donde inquietos peces
dancen coloridos.

Cuánto yo quisiera,
al igual que tú,
morirme cantando
en la infinitud.

jueves, 15 de agosto de 2013

Mi flor perenne

Mi bella flor de adversas estaciones

y del jardín de la sombría aurora,
cuando la duda del futuro aflora
y no advierte mi espíritu sus dones.

Tu esencia se derrama a borbotones
mientras su eternidad el alma añora,
y tu fuego de musa seductora
reaviva las agónicas canciones.

Eres siempre recóndita conciencia
de sentir que la antigua convivencia
sólo perdura por tu afán sincero.

Y eres un sol con ímpetu que alumbra
mi constante caer en la penumbra
de esa forma de muerte donde muero.

miércoles, 14 de agosto de 2013

El paseo

Al invitarla a nuestro prometido paseo atenazó mi brazo como una ciega —sus despliegues me hacían sonreír—. Me alegraba que nuestro amor hiciera de la tarde y las nubes sublime beatitud. ¡Cómo admiraba yo las golondrinas que estallaban de sus ojos!

Ondulante en la luz del latente crepúsculo, descifraba al manto de la brisa sinónimos de suaves remolinos del diálogo, mientras mirábamos el sol cayéndose como si el mundo fuese a acabarse esa noche —¡qué profusión de cielos y qué conjura de eternidad!

La tarde olía a vírgenes praderas, a senos palpitantes, desbocados suspiros, a viejas esperanzas de victorias, a hábito y hallazgo, la tarde olía a que siempre me amó.
Complacido sentía a mi alma girar, y yo la dejaba en su órbita con emoción verter sus mil anécdotas, mientras la luna iba niquelando, como a mi espíritu, su risa; y la tarde, apagando sus temblores.

Entonces, ay, de su volar sabueso, el pájaro de eternas alas descendió para advertir triunfante: "La vida te dará, no siempre, la gloria de tenerla", en tanto iba —infame predador de los momentos— nutriéndose de la serena dicha que emanábamos.


jueves, 20 de junio de 2013

El último canto


Persigo confundirme con los anélidos del cielo,
retorcerme en el lodo de las nubes, en la voraz espera,
beber la lluvia de los dioses
que hace siglos no cae
sobre nosotros,
deglutir una estrella oscura que gira en vano,
los misiles de un caza
con la lista de todos sus cadáveres,
perforar el ozono con mi hambre maldita,
asumirme asesino de mí mismo
para volarme el alma inútil.

No más ofrenda a los misterios, no más suplicio;
tan solo apologías del fracaso,
la vanagloria de los dioses
y la infidelidad a los jazmines.
Nunca más la apetencia de gloria del baboso.
Desde mañana aplaudiré la ruina
de mi templo romántico.

Será mi canto último la melodía
ronca que arranque afrodisíacos a los astros,
blasfemias a los sueños,
escupitajos a la inspiración encorsetada,
desprecio al ritmo acentual de la metáfora.

No tengo nada que perder;
ya libre de mis alas
me adaptaré como gusano de los cielos.

domingo, 16 de junio de 2013

Tu recuerdo es lo último que perdería




Estoy sentado en la silla que abandonaste,
con los mismos ademanes, los mismos tics,
y la idéntica manera de sentarte.

No heredé tus ojos verdes,
pero también tuve suerte 
en los placeres mundanos
(un tanto más que tú, creo).

Te recuerdo siempre todo el tiempo;
y cuando me encuentro solo,
lejos de la humanidad,
más te necesito,
más necesito tu amor.
Quisiera que el mundo fuese menos real.


martes, 21 de mayo de 2013

El nuevo camino

Se construyó un camino
que cortaba un país entero,
y como consecuencia de ello

nació una casta de prostitutas.

jueves, 17 de enero de 2013

En la mesa de naipes


Amistosamente están
dispuestos para alegrarse,
mas con ellos se instaló
frente a la mesa de naipes
un demonio que codicia
súbitas enemistades.
Trae una siniestra sed
de sangre, de amiga sangre,
porque la suerte celebre
su luctuoso desenlace.

Cuanto más amigos sean,
apetece el cuerpo exánime,
el festín de los leones,
de las hienas expectantes.
Y cuando el juego se embroma
y el corazón fuerte late,
resuenan las dentelladas
rítmicas e incontrolables.
¡No se ha visto jamás
un demonio más infame!

Cuando el amigo más débil
de espíritu, en el combate
no resigna su jactancia,
pierde apostura y empaque,
y renuncia a la amistad
ante las burlas constantes,
ante el sentirse ofendido
por sarcasmos detestables.
¡Fatal predestinación
hace su ingreso triunfante!

En la mesa, la embriaguez
el espíritu deshace
y arma el pérfido demonio
un gran tumulto en la calle.
Todo apunta a la sandez
de que una voz disonante
ha colmado la paciencia
con ironías infames.
¡Y amigablemente están
decididos a matarse!