Estoy sentado en la silla que
abandonaste,
con los mismos ademanes, los mismos
tics,
y la idéntica manera de sentarte.
No heredé tus ojos verdes,
pero también tuve suerte
en los placeres mundanos
(un tanto más que tú, creo).
Te recuerdo siempre todo el tiempo;
y cuando me encuentro solo,
lejos de la humanidad,
más te necesito,
más necesito tu amor.
Quisiera que el mundo fuese menos
real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario