lunes, 23 de septiembre de 2019

Ventana abierta al río


El río yéndose en la noche,
como una gelatina
con su plisado de olas,
con su canción eterna.
La luna ¡tan cercana! —ocre intenso—,
maquillando en el espejo su faz.

Champaña, brindis y sonrisas.
Un primario sentir.
Bolero instrumental y danza.
Brisa de los deseos.
Estruendo del instinto.

Aurora de estrellado cielo,
la bruma con su abrazo húmedo,
el incesante adiós del río.
la luna yendo entre la niebla,
todo muriendo en pálido fulgor.

Con el murmullo de las aguas
el aire inspira en mi alma
sombría angustia de saber
la llegada del fin,
pena por desprender los besos,
placer hundido en las ruinas del tiempo,
hora de cerrar las ventanas.

Tras los primeros rayos,
los botes pescadores en amarras.
Su impaciente reposo en bamboleo.

martes, 17 de septiembre de 2019

El arte de vivir mucho tiempo en pareja


—¿Podrías alcanzarme un vaso de agua?

Al pasarme el vaso servido,
antes que yo pudiera asegurarlo,
inexplicablemente ella lo soltó.
El vaso se hizo añicos, y ambos
fuimos salpicados por agua y vidrios rotos.

—Últimamente, ¿qué pasa contigo?
Andas desconcentrado, casi torpe.

Yo calzaba zapatos bien cerrados;
ella, sandalias.
Al observar sus incómodos pies mojados
y un pequeño corpúsculo de sangre en el empeine,
me tragué su agresión,
decidí no defenderme, no emprender
el furioso contraataque verbal.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Del amor que dejé perderse en el pasado


Afuera late el soplo lánguido de invierno,
y me inunda una fuerte necesidad de afecto.

La luz cae del cielo y alumbra las baldosas.
Soy un amante postergado de su gloria,
y sé muy bien por qué.

La oscuridad irrumpe dentro de mi ser
y abarca los recuerdos, y la mujer que amo
atascada se encuentra en el pasado.

Todos los besos que me dio los he perdido;
y si algo quiero son aquellos labios tibios.

Cuando sea un anciano y piense: «poco espero»,
recuperaré uno a uno aquellos besos.

sábado, 14 de septiembre de 2019

Pacto

De las alcantarillas que la gente
construye sin mesura en todo el mundo,
va surgiendo el demonio más inmundo
que carcome la vida lentamente.

Las savias microscópicas, vencidas
por riegos venenosos, ceden trono
al Maligno implacable, y su encono
se sacia en las especies extinguidas.

Siendo dueño de cruel voracidad
y esclavo de perversa voluntad,
impone la febril desolación.

Y va ganando la ruindad sin nombre,
gracias al pacto consentido al hombre
al acordar la civilización.

martes, 10 de septiembre de 2019

In memoriam (a Venezia Lesseps)

Tu muerte es un perfil anestesiado
en que se muere todo. (Venezia Lesseps)


Ha llegado la muerte con su beso
de eternidad, y en el camino oscuro
de los años será tu verso puro
nostalgia y despedida sin regreso.

Estando hoy ausente —cruel axioma—,
me consuela saber que tu destino
ha dejado una huella: el peregrino
vuelo sagrado de la azul paloma.

En mi memoria guardo tu fecundo
Jardín en la florida primavera:
el pétalo impregnado en sentimiento.

¡Qué frío se ha quedado hoy mi mundo!
¡Qué éxodo terrible, compañera!
Huérfano soy de tu sutil talento.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Perturbación en la noche

Estás sentado frente a la pc
con las ventanas bien cerradas por el frío,
lejos de tus amigos europeos,
lejos del mar.

Es pura noche ya.
El vecindario fue a dormir,
mientras tú sigues inclinado sobre la pantalla
buscando presentir la derrota del tedio.

Vagabundeas por las manchas
de las paredes desgastadas,
y luego te diriges hacia la esquina de tu ser,
para observar los últimos vestigios
de tu aptitud que empieza a devastarse.

Mucho tiempo has vivido en este hogar,
con su jardín pequeño y su enramada,
donde la vida se prolonga en torno a ti,
y las aves y el cielo más que nunca te pertenecen.

Mas, como siempre, a nadie tienes esta noche
para beber contigo,
para vencer la niebla, los oscuros abismos.

Sigues buscando el éxtasis
en el lugar equivocado.

Retráctate, no tienes mucho tiempo.
La noche empieza su agonía
y sigue siendo tácita tu soledad.


martes, 3 de septiembre de 2019

Bajo la bóveda azul


Cuando el cielo asume su reinado enérgico,
cuando se embravecen las aguas del mar,
y sólo sirenas y náufragos pueblan
las frías regiones de la noche atroz,

traslado mi alma, venciendo los piélagos,
a la conjurada manifestación,
donde participo de choques violentos
en el centro mismo de la adversidad.

Quiero ser espíritu de aquellas ráfagas
que en días y noches de eterna labor,
en las duras piedras y al son de las olas,
esculpen el rostro de la eternidad.

Que siempre retumbe en la inmensa bóveda
mi grito instintivo, humano y mortal,
e infinitamente sus ondas sonoras
penetren punzante el enigma azul.

Que oigan los dioses mi clamor efímero,
mi canto impotente de humana pasión;
me cubran de roca, de duro granito,
para la victoria de mi soledad.

Hágase la voz


Conocí a un hombre afable
que un día comenzó a refunfuñar
porque el futuro le quedaba chico
para la gran tarea que le debía al mundo.
¿Quién era el endemoniado profeta?

Pasaba el tiempo
y no lograba revertir su sentimiento:
carecía de exaltación:
se pasaba horas hurgando
en sus bolsillos vacíos.

¿Qué será de su espíritu, de su salud mental,
pues esta noche nuevamente
el insomnio lo envuelve en su vacío,
y el alba no le trae todavía
la lluvia mansa, el cántaro de estrellas
donde beber sus nuevas fantasías?

¿De cuál estratagema
hará uso para encontrar
la puerta al cielo de su infancia,
aquellas risas inocentes del pasado
atascadas en un jardín inolvidable
de la memoria malherida?

¿Regresará a su antigua trasnochada
donde la luna lo mira y lo avergüenza
porque no logra confesar sus emociones?
¿Regresará a la gloria del suplicio,
a la sangre que mana sin tiempo y sin medida?