El río yéndose en la
noche,
como una gelatina
con su plisado de olas,
con su canción eterna.
La luna ¡tan cercana!
—ocre intenso—,
maquillando en el espejo
su faz.
Champaña, brindis y
sonrisas.
Un primario sentir.
Bolero instrumental y
danza.
Brisa de los deseos.
Estruendo del instinto.
Aurora de estrellado
cielo,
la bruma con su abrazo
húmedo,
el incesante adiós del
río.
la luna yendo entre la
niebla,
todo muriendo en pálido
fulgor.
Con el murmullo de las
aguas
el aire inspira en mi
alma
sombría angustia de saber
la llegada del fin,
pena por desprender los
besos,
placer hundido en las
ruinas del tiempo,
hora de cerrar las
ventanas.
Tras los primeros rayos,
los botes pescadores en
amarras.
Su impaciente reposo en
bamboleo.