martes, 3 de septiembre de 2019

Bajo la bóveda azul


Cuando el cielo asume su reinado enérgico,
cuando se embravecen las aguas del mar,
y sólo sirenas y náufragos pueblan
las frías regiones de la noche atroz,

traslado mi alma, venciendo los piélagos,
a la conjurada manifestación,
donde participo de choques violentos
en el centro mismo de la adversidad.

Quiero ser espíritu de aquellas ráfagas
que en días y noches de eterna labor,
en las duras piedras y al son de las olas,
esculpen el rostro de la eternidad.

Que siempre retumbe en la inmensa bóveda
mi grito instintivo, humano y mortal,
e infinitamente sus ondas sonoras
penetren punzante el enigma azul.

Que oigan los dioses mi clamor efímero,
mi canto impotente de humana pasión;
me cubran de roca, de duro granito,
para la victoria de mi soledad.