martes, 17 de septiembre de 2019

El arte de vivir mucho tiempo en pareja


—¿Podrías alcanzarme un vaso de agua?

Al pasarme el vaso servido,
antes que yo pudiera asegurarlo,
inexplicablemente ella lo soltó.
El vaso se hizo añicos, y ambos
fuimos salpicados por agua y vidrios rotos.

—Últimamente, ¿qué pasa contigo?
Andas desconcentrado, casi torpe.

Yo calzaba zapatos bien cerrados;
ella, sandalias.
Al observar sus incómodos pies mojados
y un pequeño corpúsculo de sangre en el empeine,
me tragué su agresión,
decidí no defenderme, no emprender
el furioso contraataque verbal.