De las alcantarillas que
la gente
construye sin mesura en
todo el mundo,
va surgiendo el demonio
más inmundo
que carcome la vida lentamente.
Las savias microscópicas,
vencidas
por riegos venenosos,
ceden trono
al Maligno implacable, y su
encono
se sacia en las especies
extinguidas.
Siendo dueño de cruel
voracidad
y esclavo de perversa
voluntad,
impone la febril
desolación.
Y va ganando la ruindad
sin nombre,
gracias al pacto
consentido al hombre
al acordar la
civilización.