jueves, 23 de abril de 2020

La alcoba sagrada

Tendida en el desorden de las sábanas,
bajo la atmósfera sagrada de los templos,
en el abismo de la hermosa oscuridad,
como diosa desnuda en placidez,
duermes ceñida a la almohada.

Anoche fuiste mía, palpitante,
tigresa de la noche entera,
y hoy amo este feriado con tu cuerpo dormido
en la mañana lánguida de otoño,
donde se oyen los pájaros frenéticos
y alejados sonidos rumorosos
de la vida en la calle.

Rodeo las planicies de tus muslos y espalda
mientras, en la penumbra,
se encienden leños en tu piel,
bosques de mi existencia.

De puntillas, recojo el libro y salgo
con el enorme alivio
de haber vencido los obstáculos
de la profanación.