No deseo olvidar
las ventanas abiertas
cantándome sus pájaros
ni el cuadro levemente
ladeado
que quise nivelar
con mi alma enamorada.
Tampoco a ti a mi lado
refrescándote
en el lago del beso.
A veces suspirando en el
jardín,
oculto como un sapo,
te recuerdo detrás de las
begonias
Y deseo abrazar con la
memoria
tantos detalles de la
dicha:
emociones,
risas cual soplos de la
fragua,
sueltas charlas que
sonaban a versos
y a lluvia fresca, cuando
anidaban entre tus muslos
las dormidas razones de
mis manos.
Esta larga cadena
de agua con olor a
tierra,
eslabones de luna y sol
en incontables
hemiciclos,
se ha hecho distancia
trayendo vibraciones de
tu pulso,
metálicos latidos de tus
senos,
señales casi
imperceptibles
que llegan a mi tacto
anhelantes,
tuyas,
elementales…