Promesa laboral
El dueño de la empresa en la cual trabajo es un explotador.
Con la máscara de la amistad nos exprime. Promete el oro del futuro para
insuflarnos entusiasmo, en un juego que puede durar años.
Hace un tiempo, durante una conversación que sostuvimos sobre esta esperanza, él pareció divertirse tomándome del pelo: me trató como a un niño a quien se le pospone con argumentos vagos la compra del helado prometido; y en un descuido, cuando creyó que nadie le observaba, medio volteando el rostro, lo vi sonreír con cínica conciencia de su mentira.
Hace un tiempo, durante una conversación que sostuvimos sobre esta esperanza, él pareció divertirse tomándome del pelo: me trató como a un niño a quien se le pospone con argumentos vagos la compra del helado prometido; y en un descuido, cuando creyó que nadie le observaba, medio volteando el rostro, lo vi sonreír con cínica conciencia de su mentira.
Desde esa vez le perdí la confianza (también reía
de esto).
Supe que jamás cumpliría su promesa y que ya no le
importaba que yo lo supiese.
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