lunes, 11 de mayo de 2020

Guerra al ingrato

1
Fuimos amigos francos; tal así,
que cuando una falsía de su amada
le dejó con la dicha destrozada,
en sus detalles íntimos viví.
Y cuando el corazón con frenesí
latía; y la virtud, encadenada
a las vivencias dulces, ya olvidada
por ella, se escurría, yo le di
coraje, fuerza, hombro y el sincero
entusiasmo del noble compañero.
Pero todo fue inútil: decidido
a vender su alma al diablo por dinero,
farsante, con la piel del mal nacido,
hizo de la amistad arte fingido.

2
¡Aleluya! ¡Aleluya!, por la guerra
que se viene con su tambor batiente,
que levanta al soldado combatiente,
y el tedio del espíritu destierra.

¡Albricias!, por la vida vil y perra
que llevará, después de ser su mente
vencida por mi astucia que, invidente,
obstruye los colores de la tierra.

Mi condición humana pide a gritos
victoria y embriaguez, brutales ritos
que laceren la mística enemiga.

No soy furia del tigre provocado
en busca de venganza, soy el prado
donde la inmensidad es quien castiga.