Escucho un jazz latino
que me hace comprender
cuán insondable es tu
coartada para dejarme.
¿En qué salón de baile
estás danzando?
Estoy aquí en este cuarto
alternativo
como un jamón ahumado en
la intemperie.
Ya ves que no te extraño,
no deseo siquiera ver un
ovni contigo.
Me harté de tu bohemia
retractada
y de la falta de alcohol
en nuestras charlas.
Mis halagos con énfasis
ahora me los llevo a la
cocina,
y tu falsedad se halla en
la sartén con huevos fritos
que desayunaré cuando te
olvide.
¡Maldita!, ¡cuaánto me
cuestan tus rencorosos avispones!
No lloraré cuando me
dejes. Solo diré que fuiste
el gigante amor de mi
vida. El más grande.
¡Sal de mi mente! ¡Sal!
Me estoy librando de tu posible regreso a mí
para morir matando.
Para nada te extraño.
Para nada.