Maestro del estilo
culterano:
izado tu pendón en las
lejanas
praderas del Parnaso, las
arcanas
fosas celebran tu esplendor
humano.
Tras tu paciente empeño
de artesano
tus versos lucen pulcras
filigranas,
líricas reflexiones y
mundanas
voces que son orgullo
castellano.
Obsequiaste a los hombres
culto coro
en impasible lucha; y al
final
de tu vida, en el mísero
decoro,
oíste el son del cántico
inmortal.
Vate de la ampulosa Soledad
sorteas otro siglo más de
edad.