¡Ah, demonio inmortal de
las alturas!
Eslabón descubierto.
Visionario
que arribaste, cual brujo
solidario,
para purgar las pócimas
oscuras
de los hombres, su dolor
milenario,
viejas hechicerías y
ataduras
que impiden escalar las
cumbres puras
del espíritu. ¡Luz del Gran
Almario!
Elevo en tu homenaje noble
copa
y brindo fiel por tus
sublimes huellas,
mientras hurgo en sus
signos arduamente
—confundida razón, difusa
lente—,
como marino escudriñando
estrellas
con catalejo infiel desde
la popa.