Descubro un hombre insólito
arruinado por la locura
de este siglo,
desnudo por las calles de
mi psiquis,
drogado y harapiento,
luego de sortear un surmenaje
a duras penas…,
decidido a luchar en
contra mía.
Quiere mi crujido de
huesos,
callar mi éxtasis
existencial,
llevarme por los fondos
de las noches
en busca de las putas
ángeles,
para que vuelva a
confundirlas con sirenas
que buscan mi
intoxicación.
Ha llegado del fondo de
mi propia vida.
Despejado de la niebla
alcohólica se para
libre del temor al
repudio.
Viene armado con sofismas
que perfecciona el tiempo.
En su expresión se manifiesta
deseo de gloria
y duros sinsabores que
sufrió en la pugna
por ganarse la cópula
entre cientos de faunos
(su mirada descubre
codicia de las fieras).
Me mira inquisitivamente
desconociendo sus votos
de paz,
listo a cortarme las
muñecas
para declararme suicida.
No sé qué decisión tomar:
si ser su amigo hipócrita
o su franco enemigo.