sábado, 6 de junio de 2020

El poeta

Todo el tiempo cantándole a la muerte,
mientras oye y percibe y conjetura
que su vida no es
la realidad insatisfecha
sino acabado son que la trasciende.

Sus liras le resultan dádivas de pájaros,
de unas voces de afuera,
de una lluvia en retorno hacia las nubes,
del mundo desde abajo y hasta arriba,
de hades y de olimpos,
ruiseñores enviados solo a él.

Desclava esclusas de la tempestad,
ansioso del azote de perpetuos rayos,
sufriendo los aullidos de los árboles
en los inviernos gélidos,
las penas escondidas en violines,
presagios de destierros,
divina nitidez.

La soledad no ceja
en echarlo a la arena todo el tiempo
para contender con los gladiadores
de sí mismo.