Pájaro caído en el mar de
la noche,
mis recuerdos
—anclas vencidas—
cuelgan del borde de mis
alas.
En este desamparo que me
moja
sin ahogo —en su
inmensidad—
persisto con las dudas
extendidas.
En el vaivén de olas
impacientes,
ay, la vigilia
intolerable
sólo permite dormitar de
a ratos.
La negrura nefasta
reaviva mi penosa
involuntad
de recordarte.