Rastreo las verdades
que tú deseas ignorar
en esta noche
infructuosa, sin rumbo,
donde recuerdo con suplicio
las adorables armas
de tu tímida seducción.
Alborozo de las nocturnas irrupciones,
congoja de palabras que hoy escribo:
remembranzas, ardores, entusiasmos.
Si supieras las calles
vacías que pueblan mis atajos;
cuántos pueblos dormidos,
mis lúdicos insomnios.
Hoy sé que está agotado
el sol de tu sonrisa
y la esperanza
de beber en tu vientre
la lluvia que te inunde.
Hoy sé que el tiempo del rufián robándote
tristeza y soledad ha sido superado.
Ni siquiera me queda
algún reparo a gritos que reclamar.
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