sábado, 20 de julio de 2019

Poeta de una sola voz


No quieres ser poeta de una sola voz,
no eres perro ni ave
ni gato con registros de afecto y calentura
(te aturde la variante del dulce ronroneo,
siempre girando sobre el mismo tono).

Tu loro lo hace mejor que cualquiera
estirando las letras cual goma de mascar;
dice “hooola” de mil maneras: grave, aguda,
contrarrítmica, cadenciosa, enrevesada,
nerviosa, tímida, vulgar,
con tanta gracia que casi parecen versos;
pero sucede que lo hace cien veces, y mil veces,
y cree que lo hará infinitas veces
porque no sabe nada de los cielos
e ignora la vejez como la muerte.

Mil veces el mismo poema,
con pequeños cambios de fónicos matices,
sin importar que llueva o llegue el fin del mundo,
sin importar si estás turbado o te trajiste
la más insoportable de todas las resacas.

Tu loro lo hace mejor que cualquiera,
tantas veces por día, tantas veces;
y cumple una larga paciencia
acompañándote (lo sigue haciendo hoy).

Te perdonen los amables lectores
que esperan siempre “el timbre de la voz”,
el “registro”, las “ironías”, las astutas metáforas
(que tan bien disimulan las vulgares ideas,
que tan sutilmente se alejan de lo tópico),
si mañana se te ocurre cantar
sin métrica, sin rima, plagado de asonancias,
queísmos, leísmos, coloquialismos,
infantiles anáforas, caóticamente,
con sólo un puño de emoción.

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