En una manifestación
contra el gobierno
un hombre es empujado
por los escudos de los
policías,
obligado a retroceder,
y luego es golpeado con
crueldad
por uno de ellos
—a modo de devolución de
cólera—,
hasta quedar hincado de
rodillas.
Se recupera luego de un
momento
y regresa al tumulto de
la confrontación,
donde de nuevo es
apaleado,
—esta vez por un policía
más—,
hasta caer de espaldas.
El otro antidisturbios le
descarga
un par de porras más, a
modo de escarmiento,
y se aleja para seguir
frenando el caos,
mientras el hombre yace
aturdido de ira y de
dolor,
sobre los libros bajo sus riñones.