“Que
me disculpen los poetas, voy a estropear la poesía si es preciso.”
E. R.
Aristy
Tengo
mis dudas: pienso que este texto no debiera salir a luz
en un
foro de poemas: en sus líneas he desistido de buscar la belleza
a
través de los tantos re_cursos extraídos de los ríos de la retórica;
he
desistido, también, de procurarle un ritmo sin prosaísmo,
algunas
gotas de agua de la pila musical que lo bautice, lo cristiane,
para
ganar la redención y croar, como un ángel sapo en la laguna.
Escribo
así, toscamente, tal como me veo cuando me duelen las tripas,
cuando
rompo el teclado tratando de ganarme el callo de los dedos,
cuando
me atacan las ganas de escribir con apenas diez vocabularios,
cuando
ignoro al poeta, a la estrella miserable del poeta.
Mi
atrevimiento, mi desvergüenza poética se debe
a un
arrebato existencial de “estropear la poesía”, pues todo el tiempo
mi
corazón apenas ya resiste, y sólo resta ir cavándome la tumba
porque
despiadadamente me va matando su dulce veneno.
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