De
aquellas aflicciones que gané
y hoy
están húmedas en la memoria,
recuerdos
que perviven como costras
en las
arterias de la vida,
hoy
forman parte de mi ser,
de mi
existencia, imposibilitados de escapar
de lo
que sigo siendo
y de
lo que seré.
Hasta
dónde pudieron empujarme
tantos
azotes rutinarios,
tantas
piedras hundidas del camino
cargadas
de silencios,
y
tantas palabras que malgasté
tratando
de aliviarme la existencia,
la
dura condición del solitario,
en
esta oscuridad de mi destino,
donde
solo se ven
demacradas
estrellas fugaces por el cielo.
Aunque
mi casa es un lugar bueno para vivir,
tuve
que levantar murallas
y
cultivar rosales con espinas.
Sé que
tengo mi propia vida, mis fuertes rejas,
pero
sé que esperan pacientes
las
hienas del futuro
en mi
vereda.
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