A Jerónimo Muñoz
un ser perfectamente estructurado,
sobre cimiento duro levantado,
una torre soberbiamente recta.
Pero tus hierros sienten la imperfecta
índole con que el tiempo te ha marcado
luego de haberte altísimo elevado;
aunque, por suerte, nadie lo detecta.
Continuará causando admiración
la majestuosidad edificada,
y el mundo loará con emoción
ante cada tormenta superada.
Mas, solo tú sabrás que tu grandeza
no aspira excelsitud sino belleza
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