Del corazón profundo del
pasado
exhuma, a veces, cierto
edén de flores
la memoria, y se impregna
de colores
en un difuso círculo
cerrado.
Vivo el aroma y el
aliento amado,
las pupilas de azules
resplandores,
las caricias, los labios
tentadores
en mi deseo trunco,
derrotado.
Y en la metamorfosis de
los años,
son sus brazos abiertos
hoy, extraños
símbolos de mi dicha y
mis enojos.
Sé que es muy tarde y sé
que me arrepiento
de haber dilapidado aquel
momento.
También, que me resigno a los
despojos.