Acaso en el inicio de tu
meta
tus ímpetus le dieron al
destino
un rumbo cierto, un
lúcido camino
que conduce al laurel del
buen poeta.
Acaso en la avidez de
hallar el canto
que registra verdades de
la vida
notaras que, además de la
partida,
es la quimérica canción
tu espanto.
Presumes en tu nítida
conciencia
haber hecho lo digno, lo
correcto,
y maldices la infamia del
trayecto,
pues la gloria alejó de
tu existencia.
Noche tras noche, sobre
tu almohada,
esbozas la canción desesperada.