Ópalo girasol, entonces
fuego.
La vida muda en flébil
amarillo
aquel tono carmín,
glamour y brillo,
playa y mar del amante
veraniego.
Mustia la gema en cándido
sosiego,
un día se desprende del
anillo,
y como ágata que esconde
al grillo
vive entre rosas de un
jardín sin riego.
Si la pasión acabará
vencida
con su áspera piel de
cicatrices,
gris en la senectud,
negra en la muerte,
¿con qué designio
cúbrenos la vida
de tan torpes y pálidos
matices
el ardiente vigor, el
rojo fuerte?