miércoles, 1 de julio de 2020

Dormir bajo las alas muertas

Salí del cuarto sin hablarle,
ella se hallaba ya dormida.

Narraba la televisión
una historia de amor y de guerra de los mongoles.

Me detuve en el patio de una noche esteparia,
de soledad de libro abierto,
reclamando a los dioses del destino
una aldea más próxima a su anhelo.

Los días, las felices anécdotas
de la pasión remota, ¡ay!,
«las palabras no vuelan ya su risa,
no emprenden ya sus labios».

Cuando regresé al cuarto, ella seguía agua
en el curso del sueño,
ajena a los combates del mongol.

Mi desvelo se encuentra en lo perdido.
Una noche más me descamo en el epílogo
de una fatal historia de pasión.