Perplejo miras desde tu
experiencia
tantas suertes errar
atormentadas
en sus fatalidades
enclaustradas,
donde el caldo de albur y
efervescencia.
Cuánto repudias
contemplar el mundo
desde el ángulo estoico del
humano
destino; cómo niegas, en
el cristiano
axioma, ver el límite
rotundo.
Luego, cuando tus ojos
digan basta
al extravío de no ver el
cielo
con su inercia que todo
lo desgasta,
te inclinarás con
aterrado velo
ante la fe que brinda la
otra suerte:
vida eterna en el reino
de la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario