Con mi padre y mi abuelo ya muertos,
y mi hijo y nieto relevando mi sangre,
hallo que, prácticamente,
he vivido todo, he soñado todo;
y mis piernas empiezan a ceder,
como si pasase de largo la música de Bach
sobre mi falta de concentración,
sobre mi espíritu sin cúpula,
sobre el sonido de mi propios huesos.
me despierto temprano sin
despertador,
pago mis deudas con escrúpulo,
abro las puertas del pasado
para ver que ya nunca las podré
traspasar,
nada de lo mal hecho podré ya corregir,
y en medio de mis pocas lagunas de
esperanza
mi rencor va perdiendo de a poco su
asesino.
Transito las arterias de mi barrio
eludiendo las mismas cuadras para
no aburrirme,
sin arte, sin aplicación, sin
mirar nunca el cielo,
con el deseo de satisfacer apetitos
suicidas de mis tripas,
corriendo detrás del dinero en
efectivo
para comprar el tiempo que me lleve
a abrir mis pulmones al aire de la
madrugada,
acoger a los ángeles que cantan sin
cadenas,
y concluir con ellos lo que está consumado.
y concluir con ellos lo que está consumado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario