Estás aquí, corriendo
en las justas de los atletas ambiciosos,
luchando por el mítico laurel,
siempre a una lluvia del olvido,
inflamado por las hazañas
de tantos héroes de gloria eterna.
¿Cómo ubicar tu nombre en los altares?
El fulgor de la antorcha cae sobre la mano
del que la recibe en el podio
y no en la de los que sucumben en la pista.
¿Cómo ubicarlo, si estando a punto de vencer,
la distancia se vuelve obstáculo y espera,
porque los conjurados dioses te dejan sin aliento;
y aún remoto de la meta, de la corona olímpica,
del favor de las vírgenes,
suman a tu carrera la valla del crepúsculo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario