Sucedió lo que siempre nutre a los amantes:
se hizo mar el silencio
ahondando en la distancia nuestras costas,
diluyendo tu nave
cubierta por la bruma de tres días.
Sucedió cuando el polvo
se fue espesando
sobre la tapa de mi libro favorito,
y me hice un rollo con la sábana
para escapar de la vigilia muerta
y del deber social establecido.
Una azul mariposa te soltó la risa
cuando observaste mi mirada
cargada ya de adiós indeseado.
Y con sus alas, te lanzaste
al abismo, salvándome.
Por ese vuelo resurgido
ausente de arrogancia,
olvidaré el punzante frío
de los días penosos sin hablarnos.
Ahora sólo falta
se hizo mar el silencio
ahondando en la distancia nuestras costas,
diluyendo tu nave
cubierta por la bruma de tres días.
Sucedió cuando el polvo
se fue espesando
sobre la tapa de mi libro favorito,
y me hice un rollo con la sábana
para escapar de la vigilia muerta
y del deber social establecido.
Una azul mariposa te soltó la risa
cuando observaste mi mirada
cargada ya de adiós indeseado.
Y con sus alas, te lanzaste
al abismo, salvándome.
Por ese vuelo resurgido
ausente de arrogancia,
olvidaré el punzante frío
de los días penosos sin hablarnos.
Ahora sólo falta
que rescatemos al final de la jornada,
la cómplice sonrisa
y el sagrado ritual del beso.
la cómplice sonrisa
y el sagrado ritual del beso.
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