los ojos deberán primar en este día,
deberán las imágenes del mundo
meterse en las retinas
y llegar a los tuétanos profundos del espíritu.
No imperará fatiga
para el dulce mirar en la ventana,
como si el cuerpo sólo
existiese sentado y tieso
para que la existencia se apiñara en los ojos,
para que el infinito azul tiñese
las marrones pupilas.
Para que otro hombre estalle
desde el mórbido cuerpo,
tapado con las alas gigantescas del futuro;
para que el mismo hombre pueda seguir su vida
con la mirada puesta en el instante.
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