Entre nuestras orillas
busco zanjar
nuestro último abismo
para unificar nuestras ganas.
Extiéndase al deseo,
a la sed táctil que placiera,
al libre tránsito carnal,
al son de las campanas y los vítores.
Expectante en el tiempo,
tiéndase el puente;
sus bloques, asentados sean
por la ilusión de dicha y besos.
Como un cable con pájaros, temblar
sediento de los diarios trinos,
de los rodeos de cintura en sus barandas,
de nuestras hambres de cruzarlo.
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