Jamás olvidaremos tus
gestas, rey del mundo,
aunque difusos siglos
alejan de tu gloria
este remoto tiempo.
Repite la memoria
los cantos vencedores, el
coraje rotundo.
Hijo de Macedonia, del
otro rey brutal,
saciando los impulsos del
felino guerrero,
con sublime artería —tigre
sobre el cordero—
condenabas legiones al
destino fatal.
Por mares de victorias,
sobre divinas barcas,
aplastando el orgullo de
rebeldes monarcas,
griegos, egipcios,
persas, tu furia sometía.
Aquiles invencible:
olímpicos favores
te urdieron inmortal; y
terrestres honores,
el más humano dios de la
mitología.