Vas andando los días y
descubres
ciertas flores ausentes
del sendero,
recuperas el agua
acumulada
evocando la sed que has
compartido.
Voces que llaman de la
sangre,
teñidos de sudor y
persistencia
y tierra cotidiana.
La noble compañía
creyendo ciegamente en
tus impulsos
de sueños y quimeras.
El vendaval de afecto
que en zumo de existencia
sin cesar te ofrendaba.
En la transida noche
del alma suplicante,
nadando en la corriente
de los días,