Discutimos.
Te lancé insultos que
rompen tolerancias.
Dejaste de mirarme,
te dirigiste hacia la
puerta
decidida a abandonarme.
Te detuvo la duda.
Te volteaste mirándome de
frente. . .
y lentamente volviste hacia
mí.
¿Por qué no me dejaste
aquella noche?
¿Tuviste lástima?
¿O acaso fue la noche,
imponente, estrellada,
vaciándose en mis ojos?