Todas las noches en que
tu gaviota
fue forjando la historia
de mi hombría,
todas las horas en que
juntos transitábamos
hacia el anhelo tántrico
de los acantilados . . .
ocupan hoy, ahora, las rudas
altitudes
donde es urgencia el
alboroto de tus alas,
y necesarias las
estratagemas laboriosas
con que pueda acercarme
hasta el desfiladero de
tu espalda.
Sin palabras, sin orden,
sin sentido,
en vano alargo la
distancia hasta la aurora
si en cada intento logras
la gracia satisfecha de un
vuelo autónomo,
mientras yo solo observo
que en cada risa tuya
un beso menos me amas,
un beso más te pierdo.