Esta tierra con mis
antepasados
huele a lapachos dando flores que chorrean
huele a lapachos dando flores que chorrean
amarillos, rosas y blancos
siglos,
y hace posible que mi
olfato
los convierta en aromas de
bacterias
que comen como a quesos
los contornos del cielo
azul.
Esta tierra que mata a
sus patriotas
por no verlos sufrir la
tiranía.
Con mi corazón impaciente palpo mi terruño,
y la vida se enciende en
mis volcanes mudos,
y la vida se siente magma de mis quimeras,
y la vida se siente magma de mis quimeras,
catacumbas de lázaros torturados,
muertos que buscan su
acomodo en la historia oficial.
Esta tierra la escarbo
con manos agrietadas
para crear el surco que no
pierda su aliento,
y ella se agita con mi soledad
que casi ya no entiende
lo que habla;
y ella espera la lluvia
como espero
el grito de su libertad,
como espero las uvas y
las mandarinas,
como espero la llama de
mis ojos
observando la patria
victoriosa.
Esta tierra fue siempre roja,
tierra colorada,
aún después de los
entierros.