Hay versos que se
esconden del talento
como frecuencias de ondas
inaudibles,
que están ahí, que viven
imposibles
memorias de la luz en
aislamiento.
Su reflejo descarga el
ardimiento
como imágenes ciertas y
visibles,
aunque frías se muestran
e intangibles
al ávido latir del
sentimiento.
Pero una noche prófuga y
vacía,
de la muda mazmorra,
tembloroso,
un rumor de cadenas rotas
sube,
un sonido de tierna
rebeldía,
un rayo que se prende
prodigioso
en la matriz del alma de
una nube.