30 de noviembre
Sólo con
amor se puede ganar la carrera del alma enferma.
Aunque los
vientos crujan con sus voces hambrientas,
el espesor
de sus muros harán cálidas las noches invernales.
No se puede
vivir recordando por qué fue debilitándose
la fuerza
avasallante del amor, el porqué de su agonía
que hoy
depende de ti curar.
Cúrate ya
en el amor.
Aligera tu
paso.
Ama.
Sigue
amando, mi desfalleciente alma.
Sé que pude
mirar atrás,
detenerme
en el caos del destierro,
hundirme en
el desquite;
¡pero , no!, yo preciso recortar
la cuerda
del contacto,
la travesía
hasta su aliento.
Primero de diciembre
Nunca podrá
otra fácil
pasión
reemplazar
el desamor verdadero,
este amor
que no sé
en que
recuerdo no me duele,
alejándome
a kilómetros
de su corazón,
y siempre empujándome
al abismo.
2 de diciembre
Es ella
como una
estrella del glamour
detrás del
mostrador de nuestra empresa.
¿Qué hace
tanta luz
alumbrando
las sombras
de la comercialización?
Adoro recordarla sonriendo a los clientes,
expediendo las ventas, registrando la caja.
Adoro recordarla sonriendo a los clientes,
expediendo las ventas, registrando la caja.
Siempre
supo el lugar junto a mí de su dicha.
3 de diciembre
Que los
dioses me brinden el sosiego.
La batalla
ha sido durísima.
Me he
diezmado
cuerpo a
cuerpo en la ardua jornada,
y el campo
de batalla me presenta
el maltrecho
escenario del combate.
Que los
dioses se apiaden
de tanta sangre
derramada.
Estoy
herido y muy cansado
dentro de
mi sudorosa armadura.
He batallado
todos los recuerdos
que me
llegaron de su cuerpo desnudo.
¡Dadme, oh
dioses, el merecido reposo!
4 de diciembre
Amor y más
amor.
Amar y todo
el tiempo
como una lluvia
que no da
tregua a la sequía.
Caminar
empapado y libre de la sed.
Amar y sólo
amar, ante el acoso
del rencor
vengativo.
Leeré todos
los poemas del mundo,
enteramente,
antes de
acariciar su cabello
negro y
largo como el invierno,
antes de
besarla de nuevo.
5 de diciembre
Ella ha
hecho por mí
el
sacrificio de arriesgar
su íntegra belleza.
Quizás haya
caído
en su
propia trampa,
y hoy esté
luchando con los recuerdos,
con el aire
triste de la ciudad.
Debo salvarla.
Debo encender
sus ojos,
y recargar
de claridad
mi corazón
desesperado.
Debo
convertir en amor sus días,
dejar que
el tacto aguarde
en las
palomas de sus manos,
el trino en
las aves del mundo,
y al roce
de la brisa las alas del deseo.
Debo
escribir
la
verdadera historia de su risa.
6 de diciembre
Presiento
que la paz puede volver
y
envolverme
para cantar
los salmos de amor en sus oídos,
sus muslos
tersos, sus pechos blancos.
Debo a mi
alma el espacio de su cielo,
y que
vuelva a volar
por las
planicies de la vida,
surcando
las alturas de la calma,
del vuelo
más feliz.
Que vuelva
el canto
a sus
íntimos prados,
a la
planicie de su vientre,
al bosque
de eucaliptos de su pubis.
Amo sus
alas femeninas
porque son
ellas mi razón de ser,
y porque
como a un ave inmortal
yo la construyo.
7 de diciembre (la resurrección)
Ha vuelto a
mí, purificada
por mi
pasión inclaudicable,
como la
luna en el amanecer,
cuya
blancura sangra malherida
por los
rayos del sol.
Ha vuelto a
mí
corriendo
del pasado,
negándose a
mirar atrás,
como sombra de ave cruzando la arboleda.
Y
nuevamente se encuentra conmigo.
Y nuevamente amo como un tigre.
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