domingo, 19 de junio de 2022

Las huellas del espanto

Esta noche no vienes a vencerte a ti mismo
sino a batir señales de tu cansado corazón:
relámpagos, razones por las que arrojaste
la dura tempestad sobre tu cuerpo,
y por las que tus familiares hoy se atreven
a censurar tus borracheras.

Has bregado en la angustia de las altas olas, estremecido
de oír tus pesadillas, deshecho en el pánico;
pues hienden en la madrugada su puñal en tus muslos,
en las partes sin hemorragia
solo para verter dolor, tortura e inacabable pánico.
Como un devoto en susto, te has mentido
en oración para admitir la muerte
del que ha vuelto a la vida a los tres días.

Tras las murallas de tus fármacos,
te has vuelto estéril a la dicha,
confuso por el síntoma
de tu chatura humana,
de tus absurdas chances de heroísmo.

Hoy, en tu corazón, luego de ver a tus amigos
marchar alegres hacia la locura,
se enmudece la fiesta de la vida,
encerrado en el ataúd del tiempo, temeroso
de caer ante el sexo/saxo menos imaginado.

Aunque ambicionas retener destellos de la luna
en el desierto de tu cielo fatigado
todo me indica que nunca fuiste un poeta «beat»
que salía de la pesada realidad
flotando por las drogas consumidas.

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