Deja de cultivar tus flores
en el jardín de mi ternura.
Su tierra es árida este día.
Ese «te quiero» mío
no lo podré cubrir con versos,
porque me es imposible en esta noche
bajarte las estrellas
o volverme cantante de boleros
para encender tu corazón.
Hoy no podré crear metáforas
para igualarte a un sacro templo;
no podré componer sonetos consonantes
donde la estrella rimará con bella,
para ti,
y suerte con mi muerte, para mí.
Hoy me siento sin estro
para nutrir tu amor romántico.
Por esta vez, deseo ser desorden de tu
alcoba,
aullido en la ladera de tus muslos,
el fauno al que sonríes
porque lascivo se te echa encima.
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