Oyendo
las antiguas voces,
los
ancestrales cantos
en
cruces por los cielos del mundo,
nuevas
aves procuran con afán el hábito,
sin
distanciarse de la tierra,
temerosas
aún del vértigo de las alturas.
Inexpertas,
despliegan sus alas
emulando
los giros, las caídas libres,
ávidas
de alcanzar
la
elegante destreza de las victoriosas.
En
la vacilación, es forzoso vencer el miedo
y
saber que los nidos en la tierra
son
refugios atávicos y ocasionales
de
la especie guerrera de la brisa.
Oyendo
las antiguas voces,
para
las aves inexpertas solo existe
la
alternativa de volar.
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