miércoles, 29 de junio de 2022

El viaje hacia la meta

¿De qué modo llegaste hasta esta posta,
y de qué modo buscas proseguir?
¿Acaso no se nota terriblemente en tus facciones,
en el espanto de tu rostro, la anarquía?
El desierto de tu pasado ha hecho presas
de tus antiguas resonancias.
La tierra donde deseas vivir es ésta 
(mirándolo desde el jardín),
y todo lo vivido expresará
mil veces más que sus vertiginosos días,
porque tus barcas siguen hoy la calma de su curso.

Asumes que el futuro era más abrigado que el presente,

pero habitas hoy en el presente sin necesidad de futuro.
Ciertamente, seguir la lucha es tu apetito,
aunque tus mañas han luchado ya todas las guerras
y exhiben cicatrices del trayecto.
Pero no dejas de buscar el sitio exacto
donde los dioses piensan celebrar la cena opípara.

Desandaste tu ciclo, días tristes y alegres,
como el introvertido pasajero de un porfiado autobús,
y ahora te preocupas en poner atención a cada bocacalle,
pues próximo percibes tu descenso.

Has llegado hasta aquí casi como lo imaginaste:
sin euforia ni desaliento, con la humana memoria que te queda
para atrapar los espejismos que te huyen,
para reconstruir las ruinas de las noches desmoronadas,
para hincarte en la arena de su calcinado desierto
y así reconciliarte con el severo olvido.

Has alcanzado grande altura, 
donde el hálito de la soledad
acaricia tu pecho --hojas que caen en cadenas.
No debería ser la vida tan inapelable al mostrar su erosión.
Sabes que no llegarás a tu meta,
pero prescindes desde aquí y ahora de brújula y sendero.
Caminarás la ruta de la estrella que aún titila
en el oscuro cielo de tu espíritu.
Y prometes nutrir tu convicción.


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